domingo, 2 de noviembre de 2008

...y que me importa si jamas te dejo de abrazar??

diescisiete primaveras han pasado por los ojos almendrados color café que me permiten día a día ser testigo de una realidad relativa y cambiante. Mi cuerpo a ratos prefiere aparentar que han sido más, pero mi cara no lo deja. 

Pertenezco a la generación del internet, del eme ese ene y del reggaeton. Del emo, la depresión y la revolución pingüina. Ahora que todo está a tan sólo un click de distancia, y el capitalismo y Bush deciden nuestros destinos vivo mi "vida". En una sociedad de sueños perdidos y aspiraciones banales, en la que nos casaremos con millonarios o estudiaremos medicina... o en verdad no tengo idea hermano perrea perrea. Quizás sea sólo yo, quien sabe, quizas la vida si es una fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarme... pero ultimamente ando analítica y pensadora, ahora que leo dos libros a la vez y espero hacer algo conmigo, me doy cuenta que nunca antes en mi vida me habia dedicado a buscar respuestas, o preguntas. Que de chica encuentro tan bkn esto del carrete, el internet y  la teenage poetry que he querido negar lo que alguna vez fui..por tan sólo ser cool. Cuando chica yo iba a ser poeta, escribía porque sí, le escribía a mi mamá y a mi papá, y a ese niño que tanto me gustaba. Todo secreto guardado en una carpeta que me compraba mi mamá en esa tienda abajo de su oficina, con esos lápices que me compraba en la misma tienda de manuel montt. Hasta que a mi computador le pusieron internet porque yo quería hablar por eme ese ene con mis amigas, y lo exigí, y mi madre destinó un porcentaje de su ingreso mensual a mi capricho social.  En fin,  aberraría horriblemente si describiera el momento en el que mis peluches quedaron ahí, y mi carpeta se llenó de polvo y fue reemplazada por una carpeta de word... y despues hasta esta fue reemplazada por una carpeta de conversaciones y archivos recibidos, pero lentamente todo eso fue olvidado lentamente, y de a poco la imaginación desapareció y ya no habian poemas para el dia de la madre o del padre, sino regalos comprados, hechos en serie por un chino hambriento.

Cuando por obligaciones varias me sumerjo en el mundo de lo literario en el mar de palabras que me envuelve a veces me pregunto por qué no lo conocía antes...

No recuerdo muy bien el omoento de la transicion, solo recuerdo que en momentos, y quizas hasta ahora, recurro a la literatura, a las palabras y los teclados para calmar mi neurosis producida por esta ajetreada vida contemporánea.